El mundanal ruido del mundo exterior comienza a morir en el mismo instante en el que cruzas la puerta de una librería, ese lugar mágico que exhibe en sus estantes y mesas un sin numero de aventuras para cada uno de los que como en mi caso nos consideramos amantes de experiencias ajenas, experiencias que en lo más profundo de nuestro ser deseamos hacer nuestras y a las cuales no encontraremos en otro lugar que no sea un libro.
Luces indirectas que apuntan a cada una de las secciones en la librería, el piso de madera lacado, dos de los tres ventiladores funcionando, y las suaves notas de un pasillo ecuatoriano en su versión instrumental son los elementos que conjugan un ambiente propicio para hacernos perder la noción del tiempo que transcurre en su interior.
Han pasado ya diez minutos desde que cruce el umbral de la puerta, es increíble la cantidad de detalles que se pueden observar cuando eres una de las pocas personas que transitan los corredores llenos de textos urgidos por que alguien los lea, para ser exactos solo cinco almas nos movemos en su interior, de ellas solo dos no trabajamos en el lugar; las otras tres se dedican a sus labores, el más joven de unos 19 años años, es el encargado de acomodar las estanterías vacías del área política; el otro hombre, un tanto mayor, realiza un inventario meticuloso sobre la sección en la que encontramos los textos de narrativa; finalmente la única mujer del local vigila de una manera disimulada el actuar de los dos únicos posibles compradores, que manipulamos cada libro cuyo título llame nuestra atención.
El primer punto a visitar en una librería sin lugar a dudas es la mesa, estante o sección en la que se encuentren los libros con mayor acogida en el mercado, mejor conocidos como best seller, sin embargo no existe un titulo que llame mi atención en lo más mínimo a pesar de ello, el otro comprador, quien ya estaba en la librería mucho antes de mi llegada parece haberse quedado anclado en esta sección y muy en particular con un texto en cuya portada reza el siguiente titulo, "El Verano de los Juguetes Muertos", una novela policial en la que se cuenta la aventura sobre un detective argentino de servicio en España, obra de un tal Toni Hill, que ha maravillado a mi compañero de compras con su contraportada.
Sin embargo no puedo acompañarlo en su estadía por esa sección, y no porque las novelas policíacas no sean de mi agrado ni mucho menos, sino por el simple hecho de que en uno de esos instantes que catalogaríamos como mágicos el barrido de mis ojos por los estantes han llegado a toparse con una colección de Mario Vargas Llosa, textos como "La ciudad y los perros"; "La casa verde"; "Lituma en los Andes", "La fiesta del chivo", entre otras ocupan toda la fila superior, sin embargo arriba de esta, una colección bastante gráfica y colorida de otro grande, Gabriel García Márquez.
Es increíble el poder que tienen las lineas escritas por el colombiano sobre quienes daríamos hasta lo que no tenemos por un poco de su magia para concatenar un sin numero de palabras que jamas pierden la idea principal, ni relacionar de una manera magistral diferentes hechos sin perder el hilo conductor, no tengo que darle más vueltas al asunto, además seria un pecado entrar a una librería y salir con las manos vacías, mucho más aun ahora despues de encontrarme con las obras de García Márquez, luego de una rigurosa decisión sobre que texto me acompañaría en mis tiempos libres, "Noticia de un secuestro" es la ganadora.
Con el libro en mi mano derecha, y en la izquierda doce dolares, reunidos de una manera milagrosa y evocando una escena propia del servicio publico, me dirijo a la caja haciéndome imposible evitar el sonido único de las monedas al chocar entre si, o como diríamos nosotros lleno de chochos; -Factura con datos o consumidor final?!- una pregunta sin importancia cuando lo único que quieres hacer es sentirte dueño del libro y comenzar inmediatamente a fundirte en el, desaparecer mentalmente del mundo que te rodea para vivir la historia como nuestra.
Al abandonar la librería, sin lugar a dudas he cambiado, y no solo por el hecho de que ahora llevo un nuevo compañero de horas huecas en mi maleta, sino por que por unos minutos me sentí parte de algo maravilloso, un lugar que esta físicamente para todos, pero que sin embargo solo muy pocos se atreven a visitar, me alejo de aquel espacio en el que nos esperan miles de historias por leer, con el joven a punto de terminar el arreglo en la sección política, con el otro haciendo su inventario y con la chica guardando la copia de mi recibo en el cajón de comprobantes; por cierto el amante de las novelas policíacas por fin se ha decidido y es el siguiente en la linea de cobro.
Una pequeña mueca se dibuja en mi rostro, para muchos es una sonrisa, manifestación pura y sincera no solo del deber cumplido sino por el contrario del iniciar de otro más grande y egoísta a la vez, apropiarme y vivir como mía la historia que el gran escritor colombiano ha logrado resumir en 308 páginas.
@Pablo9591